Subo al tren y me siento. En algún lugar entre
Avellaneda y Sarandí, sintonizo el siguiente programa de radio:
Se escuchan las últimas estrofas de «La razón que
te demora». «♫Hay un
destino que no tiene pruebas/ por eso esta historia/ ya habrá muerto…♫». Y allí, entre las capas de
bajo y guitarra se cuela una voz de mujer. Suena a vecina, o a abuela de algún amigo de la escuela. Esa voz
canta, o más bien recita a su ritmo la letra: «♫La razón te demora. La razón que
te demora, demoraaa♫». Su canto es el de la sirena, porque te hipnotiza. En este
caso, hipnotiza porque va a destiempo o elige hacer la suya.
Ella dice su nombre y un «Acá estoy, y esto es Conexión en la noche, por la 87.5». No
alcancé a escuchar el nombre de la conductora por el ruido del tren. Creo que se llama Elda. Tiene
voz de Elda. O de Alicia.
Empalman entonces con «La balada del diablo y la muerte». La
operación se repite, pero ahora en vez de respetar la letra, Elda la reformula
en su recitado: «♫Ay el diablo, el diablo. Ay♫». Usa a La Renga como palimpsesto
y escribe su propia canción sobre aquella. Elda es como una fanática que te va a un recital y
a la salida se va a cuidar a su nieto. Y, además, le canta una canción de cuna rockera.
Durante el transcurso del programa, creo haber descubierto
la lógica que guía los comentarios de la conductora. Ella te canta una de
Cerati lo mismo que una de Dante Spineta (cantando a su modo de cantar). Cuando
alguna le interesa, la sigue y recita algún verso con el tono de quien
declama un poema de Sor Juana Inés de la Cruz. Elda es como un alumno de esos
que se sientan al fondo, que cuando escuchan un tema que le interesa, participa
y comenta como todo un experto, pero que cuando se embola, simplemente habla por encima de
uno sobre lo que se le antoje. Así, cuando Conexión en la noche le da lugar a una canción de Fabiana Cantilo,
nuestra Elda repite «enfermedad» y luego se pone a contar que tiene que ir al
médico y ahoga de este modo la voz de la cantante.
Vuelve a sonar Cerati. «Ella usó mi cabeza como
un revolver». Elda discurre filosóficamente sobre la letra. Interrumpe a Cerati, pero
para comentar la letra con algo de exaltación y admiración. «Siempre es hoy»,
estribilla el cantante. «Siempre es hoy, porque el mañana nunca muere, nos dice
esta letra», comenta la conductora. Luego remata la canción «Ay Cerati. Ese músico. Ese artista
que supo cautivarnos» y luego sentencia:
«Cerati era popularidad y elegancia».
Vamos a un corte. La señal se vuelve confusa
cerca de Bernal. En el vagón se mete un vendedor que te quiere encajar doce
horas de música bailable y anda con dos parlantes repartiendo generosamente los
acordes que no quiero escuchar.
Yo me pregunto: ¿Elda estará sola frente al
micrófono? ¿Será una especie de mujer-orquesta que hace la locución, producción
y técnica de su propio programa? «Les cuento que hoy estoy desde mi casa
haciendo el programa» dirá más tarde.
Al volver del corte se pone filosófica de vuelta.
«Cambia, todo cambia…. Como este programa» dice enganchándose con «Todo se
transforma», de Drexler. Elda menciona que pasaron varios temas de Cerati al
hilo porque el 22 de noviembre va a haber un homenaje al músico caído. Pasa a
leer mensajes (no sé si de texto o en su Facebook). Un oyente habla de John
Lennon. Dice que su asesinato fue parte de una conspiración. Elda desdeña la
conspiranoia, pero dice que, efectivamente, Lenon fue una figura peligrosa para muchos,
para los que apoyaban y lucraban con las guerras.
Llegndo a Ezpeleta vuelven las distorsiones. No alcanzo
a distinguir si Elda nos invitaba a escuchar una del Flaco o si dijo algo de un partido de
Aldosivi. Momento, hay contagio de voces en la 87.5. Pasan los durmientes del
tren marcando su ritmo y Elda vuelve a sonar clara. Comenta algo acerca de que su
perro está enfermo.
Llegado a Berazategui, la voz de Elda se disolvió
en la de un locutor que despotricaba contra el arbitraje del reciente choque
entre River vs. Estudiantes. Me quedará la intriga de saber qué hubiera
filosofado aquella voz si hubiesen puesto un tema de Miranda.